Hernán & Karen

Hola, ¿cómo estás? No te quiero joder, no me pienses como una molestia, si te escribo es porque tengo un pedido que bordea la necesidad.

Estoy muy triste, te extraño y se me rompe el corazón de no tenerte. Respeto tu decisión de terminar con lo nuestro aunque me duela por todos lados, este último mes solo pude dedicarme a llorar en loop. Lo estoy haciendo mientras escribo y probablemente después, al igual que antes.

No quiero generar un espectáculo de mi dolor, no es la intención de estas palabras. Sucede que nada me repara y todo es peor porque no solo que me hacés falta a cada instante, estoy desesperada por ver a Bonzo. Ese perro era mi fuente inagotable de alegría, mi sol, la felicidad en cuatro patas.

Ya tuve tu negativa una vez pero tengo que insistir, por favor, dejame verlo. Dejame pasearlo una vez por semana. Voy hasta tu departamento, damos una vuelta y te lo devuelvo. Por favor. Me desespera no abrazarlo. Ni siquiera tenés que verme, le podés decir al encargado que lo baje y lo suba, Rogelio no va a tener problema. Yo puedo tirarle unos billetes por la gauchada. El día que quieras a la hora que quieras, me acomodo.

Él me debe extrañar también, lo conocí cachorro y fueron tres años de noviazgo, los últimos meses estábamos casi conviviendo… por favor.

Te juro que no es un intento para retenerte o dilatar el duelo, ya entendí que somos pasado y me queda clarísimo que el perro es tuyo, pero le di tanto amor y cuidado que creo que merezco un paseo semanal.

Por favor, Hernán. No me niegues esta posibilidad otra vez.

Besos,

Karen.


Karen, hola.
No me esperaba este mail, por eso tardé un poco. Bah, un poco, los mails ahora se ven al toque y quien se demora más de un par de horas es porque no quiere responder o no sabe qué. En mi caso, no sabía qué.
Yo también estoy muy triste. No quiero victimizarme para nada, pero yo cargo con haber tomado la decisión. Me pregunto todos los días, todos todos si me mandé una cagada y vi salir, habiéndolo elegido, a la única mina que podía amarme por completo o si es cuestión de dejar que el tiempo haga lo suyo con los dos. Por separado.

Podría decirte que sí, porque te entiendo. Juro que sé que el perro es un apoyo incondicional y lo sería para atajarte en estos momentos de dolor puro, profundo. Pero necesito arrancarte de raíz, y todo lo que implicara algún tipo de acuerdo con vos, así ni tuviéramos que cruzarnos, te dejaría todavía titilando en mi cabeza.

Yo te amo, te lo dije cuando terminamos. Pero no funcionamos, Karen. Yo no quiero ni convivir ya ni ser papá en un año ni nada de eso. Me sentiría como el orto si resignaras tu proyecto de vida por mí. Me parece injusto porque yo no lo estoy haciendo. Tenés que acordarte de lo siempre quisiste y que sea tu meta, que cada decisión que tomes de ahora en más sea en pos de eso. Y yo no soy ninguna de las baldosas de ese camino.

Ya sé que me desvié del tema pero es para decirte que no creo que te haga bien ver al perro. Es mi perro, a fin de cuentas, y no lo marco como algo posesivo ni mucho menos, sino porque vas a estar pasando tiempo con algo mío, por más de que lo hayas visto crecer. La chapita tiene mi teléfono. El nombre es por mi capítulo favorito de Los Simpsons. Es boyero de berna porque es la raza que tenía el vecino de la casa en la que crecí.
Es revolver un guiso de sufrimiento y saquearle todo el vapor a la olla.

Creo que mejor no.
Espero que estés bien en menos tiempo del que pensás.

Beso,
Herno.


Me resulta cruel y doloroso el recordatorio. Ya sé que no querés formar una familia conmigo, lo entendí la primera vez que me lo dijiste y de ahí en más usé ese pretexto de salvavidas para odiarte y no ahogarme en la tristeza. Pero el dolor es tanto, Hernán. Tanto. No sabés lo feliz que podría hacerte si me dieras la posibilidad de compartir el techo conmigo. En fin.

Ya sé que me desvié del tema pero es para decirte que no necesitás pasar en limpio las causas de tu alejamiento, no pretendo retener la silueta un amor que ya no existe, solo quiero ver a Bonzo. Los consejos te los agradezco pero son dedos en una llaga reciente, que me expliques cómo seguir adelante es burlón y ofensivo.

Creo que me va a hacer bien ver a tu perro y por sobre todo creo que estás subestimando mi capacidad de separar las cosas. No lo voy a pensar como algo tuyo, lo voy a pensar como lo que es: la bola de pelos más dulce y juguetona del planeta, que me secaba las lágrimas a lengüetazos, que me hacía revolearle la pelotita de tenis trescientas veces por día, que caminaba a la par cuando iba de tu departamento al mío a buscar apuntes, porro, ropa o chocolate para bajonear.

Una vez cada quince días, por favor, no me niegues esa posibilidad. Este es mi último pedido. Por favor.

Karen.


O yo no sé ser bienintencionado, o vos no sabés recibir cariño. Nunca voy a pretender decirte cosas que te duelan, sólo quiero que estemos bien. Fue mi forma de que el sufrimiento no tapara el bosque. Pero, listo, entendí. Nada más.

No, perdoname pero no. Darte al perro me complica logística pero más que nada emocionalmente. El día de mañana podemos tener un problema pavo por esto que nos termine dejando a uno en cada costado del ring. Y no quiero. Podés adoptar uno, quizás te haga muy feliz. Seguro. No es un consejo, o sí. No sé. No sé cómo comunicarme con vos sin sentir que vas a pensar que estoy siendo hiriente.

Mejor alejémonos por todas las vías, y sin tercerizar nada. Los duelos con cosas de por medio son igual de difíciles, pero encima hay que desviar energía a controlar eso. Energía que podría usarse para salir adelante.
No sé, no quiero, Karen. Me costaría pensar que a tal hora estás pasando por mi casa, que si voy te cruzo, que la vuelta a la manzana y las cuatro esquinas de posible choque.
No quiero.

Perdón si algo de esto te ofende, hiere, molesta. De verdad trato de ir en el otro sentido. Se ve que me sale mal.

Herno.


Rompo por única vez el silencio al que me obligué después de tu último mail para explicarte con detalles lo que sucedió:

Una cuadra antes empecé a escuchar los ladridos inconfundibles de Bonzo y cuando llegué estaba ahí, sentadito en la puerta. Como lo encontré solo y con el collar, asumí que se te había escapado (a vos o a alguien) y se las ingenió para llegar hasta la entrada de mi edificio. La ruta la sabe, la hizo conmigo cientos de veces.

En ese mismo momento corrí con el perro hasta tu departamento (te imaginé desesperado) y como no te encontré (calculo que todavía debías estar buscándolo por la calle), se lo dejé a Rogelio. Ahí te escribí el WhatsApp para avisarte que Bonzo estaba sano y salvo.

En fin.

Tengo una Caniche Toy dorada que se llama Jacarandá. Igualmente le cambio el nombre a diario, hago variaciones sobre la misma base. Hoy se llama Jacalindura. Por más que le diga Salamina viene igual, es súper mimosa.

Te mando un beso y ya no te escribo, era para avisarte esto.

Karen.


Gracias!!!!!
Vi tus whatsapps tarde porque estaba colgando copias con su foto y mi celular, y sólo prestando atención a las llamadas.

Se les escapó a los pintores, hice una ventana de la cocina al living y estaban obreros y pintores en casa, dejaron la puerta abierta y se fue nomás. Y se dieron cuenta como a la hora. La pasé muy pero muy mal. Aparte a los perros de raza a veces no los devuelven porque los venden por mucha plata. Yo ofrecía recompensa, sabés que si era por mí dejaba el depto con tal de que me lo devolvieran, pero nadie llamaba. Volví a mi casa derrotado a la 1 y lo vi sentadito al lado del escritorio de Rogelio. Me largué a llorar. Nunca nadie me vio tan conmovido en la vida. Como dos horas tirado en el piso abrazado al perro y pidiéndole perdón. No me podían mover de ahí. Destapé quién sabe cuánta negación. Rogelio presenció mi aleph emocional.

Me alegra mucho saber de vos y más enterarme de que tenés un(a) jacarandá. Para mí es un árbol que inventó María Elena Walsh. Para mí María Elena Walsh es la autora de todo lo bueno que me pasó de chico. Tiene una canción que se llama Canción para bañar la luna que le canto a mi primita para que se quede dormida cuando la tengo que cuidar.

Ya sé que me desvié de tema pero es para decirte que sos una genia, sos la mejor mina del mundo y espero que estés bien, feliz, todo.

Beso y muchas, todas las gracias.
Herno.

17 thoughts on “Hernán & Karen

  1. aw.. que lindo todo.
    nada, solo quería decir eso.
    estoy sensible y no tengo perro, ni gato, ni hurón.
    pero que lindo acordarse de que hay vínculos que pueden ser sanos, incluso cuando no puedan tener continuidad.

    PD: Un intercambio donde unx le dice a otrx que le deje ver a las cervezas artesanales que compraron la semana antes de cortar? 😛

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  2. Agustina.

    ¡Me encantó! Los perros son los más tiernos y lindos del mundo, es increíble el amor que tienen para dar. Lo dije varias veces y sé que no lo van a dejar pero: nunca dejen esto porque No me olvidé de vos le mejora la vida a cualquiera. 💕

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  3. Arráncame la vida de un tirón cantaba el bolero y uno lo termina de entender después de transitar uno, dos o tres mil cierres\duelos. Estar triste en un duelo, extrañar lo perdido para poder volver a vivir. Todos le inventamos uno, dos mil atajos pero siempre llegamos a esa ruta. Por eso me encanto que el final alegre sea solo posible en el andar triste del texto.
    Seguimos aca.
    Abrazo
    MartinS

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  4. Una seguidora más

    Me imaginé a Bongo sentadito en la puerta del depto de Karen y después con el portero. Ese peludo los quería juntos otra vez, no me jodan.

    Lindas, como siempre. Hasta el próximo martes.

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