Azu,
Estoy totalmente desvelada y dando vueltas en la cama como si marearme me ayudara a conciliar el sueño. El panorama es bastante desalentador en esta noche fría en la que duermo acompañada por miles de fantasmas. Hace un tiempo que tengo pensamientos atragantados entre la cabeza y el corazón, creo que llegó el momento de ponerlos en palabras antes de que un arrebato me invite a escupirlos y termine lastimándote.
Hace pocas horas estábamos en el cumpleaños de Nuria, ya no como “nosotras”, sino como el resabio de lo que fuimos. La réplica inclinada y desatendida de un original que desgastó el paso del tiempo y ahora cuelga de una pared olvidada.
Creo que lo que desató la reacción en cadena que me lleva a escribir este mail es Fernanda. Mejor dicho, Fernanda y su nueva chica. ¿Vos las viste? No pueden dejar de abrazarse, darse besos, acariciarse las manos, hacerse mimos en la nuca… no se despegaron en toda la noche, se las veía felices, desenvueltas, cómodas, disfrutando de la compañía mutua.
De un lado del sillón estaban ellas, cargando el peso mínimo que conlleva una relación que no supera un mes de vida, embobadas. Del otro lado estábamos nosotras, con nuestros tres años de noviazgo a cuestas, con la llama de la pasión extinta y casi sin hablarnos.
Nosotras éramos así, mi amor. No podíamos separarnos. Pasábamos horas hablando de lo felices que nos hacíamos. Vos no me soltabas ni cuando quería cocinar, yo cenaba encima tuyo. Estábamos veinte minutos despidiéndonos cada vez que una se iba a duchar. Teníamos el record de mantener la posición cucharita durante toda la noche.
En algún momento toda la pasión se diluyó al ritmo del paso del tiempo, ahora somos amigas que se saludan con picos y no mucho más que eso. Nos extraño. Extraño lo que éramos. Extraño que me agarres de la nuca y me comas el cuello en cualquier momento y espacio, extraño despertarme cansada de tanto coger, extraño verte estrenar ropa interior. Extraño que me hierva la sangre cuando me llega un mensaje tuyo.
Entiendo que el amor evoluciona y mantener el ritmo de los primeros meses no solo que sería imposible, también sería incómodo y desgastante. Cualquier novedad te entusiasma y te llena de ganas, la euforia en el mes treinta y siete no es más que rutina. Pero tiene que existir una forma de inyectarle energizantes a nuestro vínculo.
Ojo, yo disfruto, no es que no. Tenemos estabilidad, pasado, futuro. Nos conocemos por completo, somos incondicionales. Pero a veces sueño con revivir cada instante de esos primeros encuentros en donde le imponíamos los horarios al reloj.
Te amo, de eso no tengo dudas. Pero estamos pensando en convivir y creo que deberíamos encender la llama de la relación antes de que la rutina nos aplaste por completo.
Ojalá estés durmiendo, mi vida.
Renata.
Hola hermosa. Recién abro los ojos, te extraño ya un poco.
Tenés razón en todo todo. Yo también me sentí algo ¿incómoda? al ver a Fernanda y su novedad no pudiendo sacarse las manos de encima ni un segundo. Lo pensé camino a casa. No llegué a una conclusión súper firme pero tampoco es mi estilo. A veces me reconforta pensar que la indefinición es parte de mi encanto. Otras me cagaría a trompadas. Supongo que vos también.
En fin, lo pensé y lo que me pasó fue raro: me puso incómoda que me incomodara. Sentí que sin querer estaba juzgando y yo ya pasé, pasamos, por eso; y todo para el olvido, todo una perfecta mierda. También me dio culpa envidiarles la instancia, como si lo nuestro fuera menos valioso por haberse sostenido en el tiempo. No sé, no quiero separarme, pero no te voy a mentir, de a momentos la idea se me cruza por la cabeza. Tengo ganas de hacer cosas por primera vez y a veces soy tan necia de pensar que eso en o con una pareja sólida es imposible. No quiero que nos convirtamos en compañía para la otra. Quiero tu amor, por lo que sos y también porque no quiero exigir menos para mí.
Te voy a proponer algo con el nivel de osadía que una persona de mi edad y de mis miedos maneja: ¿nos vamos un mes a algún lado así medio al boleo? Sacamos un pasaje de ida y uno de vuelta y en el medio, bueno, vamos viendo. Sé que no nos enfilamos detrás del ‘vamos viendo’ pero puede servirnos para sentirle el gustito a lo nuevo, a lo incierto una vez más.
Ya sé que con tu trabajo esta propuesta es virtualmente imposible, pero podés tomarte las vacaciones del verano y dos semanas sin goce de sueldo. La plata no debería ser un problema a menos que vos así lo sientas.
Sería algo así como nuestra despedida a las camas separadas. Seamos el escape de la otra. Seamos la conversación de whatsapp que no queremos que nuestra pareja lea.
Yo nos pongo todas las fichas en todas las jugadas y en cualquier partida. Quiero que cuentes conmigo y quiero contar con vos para cualquier pavada y para todo lo demás.
Viajemos. Volvamos. Seamos lo que queremos ser. Hagámosle el juego al tiempo y burlémonos de la inevitabilidad de su paso, de la meceta en la que nos puso.
Quiero que nos desafiemos, así de segura estoy de lo que siento por vos.
Te escucho y te amo.
(Qué bueno poder decirse estas cosas. Andá a preguntarle a Fernanda si comparte sus miedos con la piba).
Az*l.
18 minutos de diferencia entre un mail y otro, perdoná el impulso que atropella pero me quedé intranquila y volví a leer tu mail como 5 veces.
¿Vos sentís que deberíamos tomarnos un tiempo o algo así?
Primero propongo un re viaje y ahora me acomodo a una posible distancia. Cualquiera diría que estoy loquísima. Vos lo sabés.
De vuelta, perdón por el volantazo, entré en pánico al cometer el error de releerte.
Ya me perdí y no sé bien qué quisiste decirme. Menos qué quiero decirte yo.
Esto sé: que te amo, Renata. Un montón te amo.
Mi nubecita de azúcar, yo te amo más de lo que amé a nadie, nunca.
Creo que la idea de separarse es la lucecita roja del televisor de cualquier relación, está ahí para avisarnos que el vínculo no está encendido pero sigue funcionando. Son esas ganas de meterle un dedo a la crema de la torta, de despeinar un flequillo, de pisar una zapatilla nueva.
Me pone contenta que ambas podamos ver el problema y mostremos voluntad para solucionarlo. Eso, aunque no parezca, es un montón. No sé si somos muy maduras o realmente tocamos fondo. Calculo que es una mezcla de todo y otro cachito de cualquier cosa, como la vida, como el amor.
Irnos de viaje es realmente inviable. Lo pensé, juro que me senté frente al escritorio y crucé los datos del calendario con mi cuenta bancaria, pero se me hace imposible. No es un “no” de los que acostumbro, solo para llevarte la contra y hacerte enojar (como decís que suelo aplicar), me parece una idea increíble pero no puedo. Me excede. ¿Guardamos esta opción en los pendientes? Porque me encanta.
Tengo una contraoferta. No, no es un tiempo, los tiempos son el purgatorio de las relaciones.
Quiero que tengamos una cita.
Estuve googleando: “cómo revivir una relación desgastada” (no te rías, Google ha salvado más vidas que la penicilina) y varios sitios recomiendan hacerlo. Así que se me ocurrió lo siguiente:
El sábado vamos a cenar al lugar que elijas, nos encontramos directamente ahí. Nos vestimos, peinamos y maquillamos como si fuéramos a conocernos. Nada de Converse, nada de tu bata de toalla rosa, nada del piyama agujereado que me regaló mi abuela en 2008. Prometo plancharme el pelo. Evitamos hablar de los temas de siempre, tu equipo de fútbol queda descartado y juro no citar a ninguno de mis compañeros de la redacción. De ahí nos vamos al cine. O, en el mejor de los casos, buscamos un lugar para pasar la noche, neutral y lejos de las bombachas de indispuesta y los acolchados de siempre.
¿Qué te parece?
Creo que puede funcionar. Esto sería lo básico, se me ocurren algunas sorpresas que me reservo para la noche en la que vamos a volver a encontrarnos. Quiero que nos reconquistemos.
Fernanda subió una foto de su chica a Instagram.
Fijate en el mío.
😉 😉 😉
Renat(uy)a.
(¡¿TE ACORDÁS CUANDO CERRABA LOS MAILS ASÍ?! Ves, esto ya empieza a funcionar).
Tengo papada en la foto que subiste, QUÉ DIFICIL TODO.
Bueno, dale, salgamos. Vayamos a comer. No sé cuántas emociones podamos replicar jugando a que son nuevas, pero no está mal probar.
Tengo miedo de que esto no funcione y nos caiga una ficha que yo vengo soplando para arriba hace mucho. No quiero que nos separemos. No quiero enterarme de si puedo vivir sin vos, de si vos podés vivir sin mí. No quiero. Voy a poner todo de mi parte para que salgamos a flote y nos ríamos releyendo esto en 15 años. Me voy a ir a comprar ropa, te voy a mirar toda la noche esforzándome el triple para que tus hoyuelos no me distraigan y pueda prestar atención a lo que contás. Quiero hacerte reir hasta que te salga soda por la nariz. Quiero esconderte las servilletas.
Subir una foto en la que se te vea masomenos.
Que todas las canciones me hagan acordar de alguna forma a vos, aunque sea la de las gallinas son así o la de trenes, camiones y tractores.
Usar la app de juntar caras para pensar cómo serían nuestros hijos. No importa si esto es de lo más insólito. Hace 3 años lo hice. Hoy lo volvería a hacer.
Seamos felices juntas que posta lo re necesito.
Y quiero, también.
Te amo, estúpida.
Az.
Azu,
Bueno, ahora que no me tenés que mirar a los ojos, que no tenés la presión de mi sonrisa… ¿Cómo te sentiste? ¿Valió la pena?
Te cuento mi experiencia: por momentos me sentí muy a gusto y por otros bastante incómoda. Si nos miraba de afuera pensaba: “Qué ridículas”, pero si empalmaba el momento con el corazón me daba orgullo vernos luchar contra nuestras miserias en virtud de elegirnos.
No fue nuestra mejor cena pero nunca te vi tan preciosa. Creo que mis expectativas eran demasiado altas y por eso hay un gusto amargo que no me puedo sacar de la boca, que no tiene que ver con la salsa de soja. Todo estuvo bien pero no descolló, pensé que me iba a sentir de otra manera en esta instancia.
Creo que comprendí que no va a ser mágico, repentino o inmediato. Nos va a tomar un tiempo reencontrar todo eso que perdimos poco a poco en cada día que pasó. Y acá es cuando traigo otra pregunta:
¿Querés que lo sigamos intentando?
Va a requerir tiempo, energía, otras tantas risas y probablemente muchas lágrimas. Para poner en palabras lo que decanta por su propio peso y ya venimos mencionando sin mencionar: estamos en crisis. Tenemos dos rutas posibles: remarla o separarnos. Remarla va a implicar mucho más que un consejo aleatorio que te facilita un buscador, vamos a tener que arrancar la cascarita una y otra vez hasta que deje de sangrar.
Lo que quiero decir es que separarnos va a ser dolorosísimo, pero luchar por nosotras también. Pase lo que pase, vamos a llorar. Empiezo a comprenderlo con claridad.
Por mi parte, estoy dispuesta a hacer crecer este amor. Quiero esos hijos imposibles que diseñó la aplicación. No quiero perderte, te prometo (y te lo prometo de verdad) que voy a hacer todo lo posible para encontrar NUESTRO modo de reencontrarnos, según nuestros deseos y voluntades.
Te pido que lo pienses y que, cuando tengas una respuesta, me escribas. Ya estamos jugadas. Lo que suceda de aquí en más va a doler, sí o sí.
Te amo y eso es persuadirte. Pero siempre lo es.
Renat(uy)a.
Pero no debería ser tan difícil, ¿no? Dos personas que se aman, que se conocen, que quieren estar juntas y sin embargo no encuentran la forma de que todo eso las haga felices. No debería ser tan difícil.
Quiero que hablemos esto y que no sea por mail ni impostando una primera cita. Te amo, de eso estoy más que segura, pero estamos elaborando un plan para que amarnos funcione, es lo más horrible que se me puede ocurrir.
Yo me sentí re mal, desconectada, pensando todo el tiempo en si nos estábamos salvando o no.
No sé si tengo la energía necesaria para sufrir con los dos pies adentro. Tenerte y estar triste por vos es un lujo que no me quiero dar. Tenerte y estar triste por vos me parece sádico.
Y ni siquiera puedo pensar en que vos estés triste y que sea por mí.
Hablemos, si querés mañana en tu casa o en la mía o en algún lugar neutral en donde no nos importe que nos vean llorar. En mi caso, cualquiera menos la casa de mi abuela sirve.
Estoy tan angustiada que tengo miedo de no poder hilar dos palabras.
Pero te amo.
Besos.
Sí, debería ser difícil, uno solo valora lo que le cuesta y esto no es una sorpresa para nadie.
Mañana a la mañana te escribo y arreglamos para encontrarnos. Apuesto a nosotras.
Te amo.
Renat(uy)a.
(Fernanda escribió un estado romántico en Facebook, pero yo te curé mil veces las rodillas ensangrentadas después de los partidos. Y deseo va con “s”.) ♥