Nélida & Mercedes

Mercedes, le hago llegar esta carta a través de mi nieto que pasó por Manantiales (el aguantadero de ancianos en el que resido) a visitar. Quiero saber cómo está y cómo sigue su marido. Nadie me quiere contar nada por miedo a que afecte mi salud y me desespera. No saber me desespera.

La recuerdo siempre, Mercedes. La extraño. Aquí nadie juega a la generala ni pinta tan bellos cuadros. Hemos llegado a esa edad en la que vemos a nuestros soldados caer uno tras otro vencidos por ese mal necesario que es la mortalidad, por corazones débiles que -estoy segura- eligen rendirse. No queda mucho por lo que luchar. Algunos ni siquiera podemos comer solos. Escribir me cuesta, me duelen las manos.

Hubo lugares que sus ojos vieron en algunos viajes que luego quedaron inmortalizados en témpera. Sus pinceladas, sus obras completas fueron mi vuelta al mundo, Mercedes. Verla pintar era un viaje y también lo eran sus cuadros.

La extraño, me duele el pecho mientras escribo de tanto anhelar que esté aquí a mi lado, así ya no sea con tapado sino de lentes y camisón.

Más temprano que tarde me va a tocar a mí y aquí espero, sentada, entre pastillas; tratando de entender que a extrañar se aprende esquivando a consciencia el recuerdo que aparece todo el tiempo entre el mundo y nuestros ojos.

Mis saludos a su Antonio, hágale saber que escribo con la pluma que me regaló para mi boda. La atesoro con el alma, como a usted.

Venga a verme, Mercedes. Por favor. Supimos ser tan amigas.
Venga a jugar conmigo.

Con el cariño de siempre,
Nélida.


Nélida,
Si supiera la alegría que significó para mí recibir su carta. Rejuvenecí cincuenta años en un instante, las várices dejaron de dolerme, el pecho no quiso hundirse entre mis hombros, mis músculos recobraron fuerza y energía.
La extraño, todos los días, todo el tiempo. Nuestra amistad fue un regalo maravilloso, volvería a reencarnar en mi vida solo para conocerla. Recuerdo todos y cada uno de nuestros momentos; la generala, las tardes en la que yo pintaba y usted bordaba, esos cafés eternos en Las Violetas en los que nos burlábamos de la vejez y de la muerte. Éramos tan jovencitas y risueñas, tan desfachatadas, teníamos el mundo a nuestros pies. Qué no era nuestro, Nélida, si con el solo sonido de nuestros tacos contra el parqué enloquecíamos a cualquiera.
Lamentablemente mi Antonio falleció, hace ya un mes. Como usted dice, eligió rendirse, y lo bien que hizo. Por favor, no lo llore. Estaba muy mal de salud y sus últimos años fueron solo un padecimiento tras otro. Mis hijas se empeñaban en mantenerlo con vida y visitamos cuanto médico se cruzó por el camino, en vano. No lo dejaban partir. Ya no escuchaba, casi no veía, a duras penas si podía caminar, no controlaba esfínteres. ¿Qué clase de dignidad era esa? El día que murió le agradecí a Dios que se lo llevara con él. Acá solo iban a meterle más medicación como si quisieran verlo morir en cuotas. Ahora está en un lugar maravilloso, rodeado de ángeles, y me está esperando. Me reuniré con él cuando llegue mi hora. Por favor, no lo llore. Ahora descansa en paz.
Voy a ir a verla, mi amiga.
Cuénteme un poco de usted, de su familia. Mientras tanto me pondré en campaña para viajar a Capital, evaluaré las posibilidades, no creo que sea mayor inconveniente. Mi salud no es la de cuando solíamos bailar noches enteras esos tangos melancólicos con señoritos extranjeros, pero este viaje me será fácil iniciarlo.
La quiero con el alma.
Mercedes.

Esta respuesta tardará en llegarle porque mi nieto estuvo de vacaciones y no pasó por aquí. Me explicó que dejará cada eslabón de nuestro intercambio en el correo, así es más fácil. Por lo menos para él.

Antonio siempre será un hombre admirable para mí, esté donde esté lo voy a tener como Norte. Yo pedí mucho para que mejorara pero Dios es sabio y seguramente también algo posesivo, y se lo llevo para él.No estoy bien, Mercedes. Vivo en un geriátrico. Muero, mejor dicho, en un geriátrico. Porque eso está pasando, estoy muriendo. Y siento que a nadie le importa. Yo fui una buena esposa y una madre presente, contenedora. Que el mundo es injusto es algo que siempre repetí sin verdaderamente entender, pero lo es. Me he convertido en un peso para cualquiera que deba tratar conmigo. Y es muy injusto. No sé por qué mi corazón sigue latiendo si está hecho trizas y yo bajé los brazos hace rato.

Usted sigue viviendo en su casa de Burzaco, ¿no? Qué linda galería tiene esa casa. La de bizcochitos que hemos picoteado entre mates ahí. ¿Vive sola? ¿No quiere llevarme a vivir con usted?

Desde que se fue Cacho que me siento por la mitad. Era una extensión de mí y yo de él. 58 años juntos. No me sabía sin él y ahora, entonces, me desconozco.

Estar rodeada de muerte potencial me drena, Mercedes. No quiero morir sola. No quiero.

Avíseme cuando vienen así pido que me bañen a la mañana ese día.

La quiero mucho, mucho.
Nélida.


Querida Eugenia,

Primero y principal quiero decirle que lamento mucho la pérdida y que le doy mi más sentido pésame.
No quisiera importunarla, los del geriátrico me facilitaron su dirección ya que comprendieron con el corazón el motivo de mi requerimiento. Lamento interrumpir en su vida en un momento tan personal y reservado.

Antes de proseguir, me gustaría presentarme, aunque mi persona pudiera resultarle familiar. Mi nombre es Mercedes y he sido amiga de su madre durante más de cincuenta y cinco años. Por supuesto que te conozco, permitime tutearte, te vi nacer y te tuve en mis brazos con tan solo minutos de vida. Supiste venir a mi casa y jugar en el patio casi toda tu infancia, tenía una sillita mecedora de madera que era tu locura.

Por cuestiones de la vida (obligaciones familiares, empleos, mudanzas, etc.), en nuestros tempranos cuarenta años, Nélida y yo nos distanciamos tanto física como cotidianamente, pero jamás rompimos el lazo de amor que mantuvimos intacto a pesar de que la rutina podía más que nosotras. La frecuencia no era la misma pero la voluntad sí, y eso era lo importante.

Tuve la suerte de recibir una carta de ella hace menos de seis meses, y logramos concretar tres hermosos encuentros, en Manantiales. Volver a verla fue tan emocionante como doloroso. La noté muy desmejorada, triste, por momentos me desconocía. Pero también recordamos anécdotas, jugamos a la generala y comimos bizcochitos. Estaba por ir a verla una cuarta vez, la semana que viene. Quería que le enseñe a pintar, tu madre jamás perdió ni la elegancia ni el deseo de progresar.

Si me lo permitís, y realmente espero no colaborar con la tristeza de haber perdido físicamente a una mujer tan entrañable como maravillosa, quisiera regalarte la foto que adjunto en el sobre. Es una copia, la original la conservo en un portarretratos sobre una cómoda en mi casa. Somos tu madre y yo cuando teníamos veinte años. Fue la primera foto que nos hicimos sacar juntas. Me gustaría que la conserves, Nélida me comentó que tu hijo es un calco de ella en versión masculina.

Desde ya, los años que me queden de vida se los dedicaré a honrar su nombre. Hemos tenido la enorme suerte de haberla conocido, cada una a su manera.

Te envío el abrazo más grande que puedas imaginar,
Estoy para lo que necesites.

Mercedes.

10 thoughts on “Nélida & Mercedes

  1. siempre las leo en el trabajo y el 80% de las veces termino en el baño, para que no me vean llorar. Y este texto en particular toca tantos temas tan complicados. Son unas genias, gracias.

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  2. MartinS

    Faaaaah se animaron a algo grande y la verdad les salio bastante bien che! Al menos ante mis ojos. Comentábamos algun tiempo atrás que en general arrancaban con lo que los personajes no sabía algo al comienzo, en esto de hoy quizás lo saben todo o ya no tienen mucho interés en lo que no saben. Un ejercicio interesante de identificación con el personaje y de pregunta sobre la vida y la muerte y la importancia del amor de cara a la partida. Tambien me gusto mucho todo lo que se puede pensar\imaginar todo lo que no esta descripto pero insinuado.
    Gracias.

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  3. Sergio R

    Hoy leí una nota en “El Gato y la Caja”; que versaba de asociaciones entre lo que se ve y cómo se lo llama, por resumirlo en una frase que se queda corta pero al menos no tiene spoilers. Sin duda este intercambio tiene una luz particular en ese sentido. Ustedes tienen el talento de escribir como varones, lesbianas, enamoradizas, cínicas, jefes despreciables o un padre arrepentido; pero también “suenan” a todo eso. Personalmente es de las cosas que más disfruto de lo que hacen.
    Que anden bien!
    Y gracias otra vez 🙂

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  4. Emilia

    Hola, recién descubro este blog por medio de Twitter y me acabo de dar cuenta de que pasé horas leyendo muy entusiasmada todas sus historias sin querer queriendo. La verdad es que tengo que felicitarlas porque hoy en día es cada vez más difícil encontrar retazos de literatura por doquier, y esta idea de contar historias tan posiblemente reales a través de cartas me parece fascinante. Y además, el hecho de que esté en internet lo hace estar más “a mano” para la mayoría. Esta historia en particular me provocó una linda mezcla de cosas pero cada una tiene su esencia. Me encanta todo, sigan así!

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  5. Nuria

    Son las 3 de la mañana y estoy enfrente del monitor sin poder parar de llorar. Gracias por escribir tan lindo y tan real.
    No las conozco, pero las quiero y un monton.
    Todas las cartas hasta ahora me encantaron, pero esta me dejó llorando mucho tiempo, supongo que es por mi situacion ahora, igualmente lo que logran expresar con palabras es tremendo. Sigan asi por favor!

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